VII- EL PAÍS DE LOS LIBROS DE AVENTURAS


VII

EL PAÍS DE LOS LIBROS DE AVENTURAS

Por las tardes, al ira oscureciendo, 
mis padres se acomodan junto al fuego,
se quedan en la casa, hablan y cantan,
pero no se les ve jugar a nada.

Yo, con mi arma, sin dejarme ver,
por lo oscuro, pegado a la pared,
avanzo por la senda forestal
que rodea la espalda del sofá.

Por la noche, vuelvo a mi campamento,
que no ha sido por nadie descubierto,
y juego a hacer lo que en los libros hacen
hasta que llega la hora de acostarse. 

Esto es el bosque, esto son los valles,
esto mis estrelladas soledades,
por aquí corre el río en cuyo borde
calma su sed, enormes, los leones.

Puedo ver a los otros a lo lejos
junto a la hoguera de su campamento,
y me acerco, y ando husmeando el sitio
como si fuera un explorador indio.

Y cuando mi niñera me reclama
para dormir, vuelvo por mar a casa,
y me meto en la cama y veo a oscuras
mi país de los libros de aventuras.